Abrir los caminos

TORRELAGUNA. Madrid, 2010.

En este pueblo de la sierra pobre, observamos y gestionamos, desde hace tres años, una pequeña finca agrícola de 2 hectáreas. Es una tierra de viejos almendros, donde hemos plantado distintos frutales para comprobar qué variedades se adaptan mejor, y donde  las herbáceas se manejan de manera muy particular, abriendo caminos en diferentes momentos del año, manteniendo y fomentando la biodiversidad. El desbroce total pasó a mejor vida, de manera que, al conservar la cubierta vegetal, los insectos se han multiplicado de una forma espectacular, el frescor de la tierra se mantiene hasta muy avanzado el año, los olmos y acacias brotan silvestres, los olivos reverdecen, y en definitiva, la vida ha recuperado su esplendor perdido. El cielo tiene otro color y las amapolas dicen que la diversidad sí es posible.

 

Conservando el paisaje

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